Consejos

Aunque la mejor forma de aprender a escribir es escribiendo, algunos consejos a tiempo pueden ahorrar muchos sinsabores.

El primero y más importante es determinar el tiempo con que se cuenta para dedicarlo a la escritura. Si se decide dedicar ciertas horas del día, las mañanas por ejemplo, hay que cumplirlo desde el primer día.

Para uno que empieza su vida de escritor lo más difícil es escribir la primera línea. Siempre se deja para el día siguiente…, cuando pare de llover…, cuando termine la declaración de la renta…, para cuando venga la inspiración… ¡Empieza ya!

Hay a quien le gusta escribir de noche. A mí me gusta hacerlo por la mañana, a la noche, sencillamente, me duermo. Cada uno debe ver lo que más le conviene.

Muchos escritores esperan a tener inspiración, y escriben sólo cuando la tienen. Yo aconsejaría a un futuro escritor que no haga demasiado caso a ese consejo. Muchos libros nunca se escribirían si el autor hiciera eso: esperar a la inspiración de las musas.

Las tales musas tienen muchos días de fiesta, e incluso vacaciones…

Lo que yo hago, sea mañana o tarde, es enchufar el ordenador y leer lo que he escrito anteriormente, dos o tres páginas pueden bastar hasta que coja el hilo. Quizás haga falta leerlo más de una vez, o incluso, más páginas. A veces el capítulo entero, pero, al final siempre se mete uno en la historia.

A algunos les gusta escribir a mano, yo creo que es cuestión de costumbre, y ciertamente, en un ordenador tiene uno múltiples ventajas. Entre ellas no tener que teclear todo el texto otra vez, o borrar instantáneamente lo que no satisfaga.

SINOPSIS
Una pregunta elemental es saber si un escritor debería escribir una sinopsis de la novela antes de emprezar o ir sencillamente, desarrollándola según se escribe. La respuesta no es fácil, pues cada escritor consagrado tiene su forma de hacerlo.

Un conocido escritor británico, amigo mío, por ejemplo, piensa un argumento y lo detalla en cuatro palabras. Luego, amplía la historia con personajes. En el paso siguiente divide la acción en capítulos, aunque solamente sean todos los títulos de éstos. Luego escribe un argumento resumido, y por último, escribe la historia dando vida a los personajes, describiéndolos y contando al lector algo sobre ellos. A los lectores les gusta saber detalles sobre las personas que leen y de sus vidas pasadas, incluyendo a sus parientes más cercanos.

Por otro lado, hay escritores famosos que declaran que nunca saben cómo va a terminar su novela, sencillamente la empiezan y dejan que sean los personajes los que decidan qué camino va a seguir.

Por lo que a mí respecta, sigo un poco, las dos vertientes. En el caso de Esclava Blanca o Emigrantes, escribí una especie de borrador antes de empezar a escribir en serio. Aunque también debo reconocer que los personajes influyeron mucho en el desarrollo de las dos historias.

En caso de las novelas policiacas, sin duda se debe saber muy bien qué va a ocurrir en todo momento, y tomar apuntes antes de empezar a escribir la primera línea.

ANOTA

Anota los nombres y apellidos de todos los personajes, descríbelos en un borrador y tenlo delante mientras escribes la novela.

Compra un libro de apuntes. Escribe en él todo lo que pueda ser útil: descripciones de personajes, de paisajes, de edificios, o calles.

Yo tengo una libretita en la que apunto los nombres y apellidos de personajes de diversos países. Los saco de los periódicos, de equipos de fútbol, por ejemplo. Hago lo mismo con nombres de árboles, animales, peces, alimañas, ropa de la edad media, en fin, todo lo que pueda hacerme falta para la clase de libros que escribo.

Como estoy escribiendo una colección de conquistadores del siglo XVI, he recopilado una serie de exclamaciones de la época: ¡Por los clavos/sangre/llagas de Cristo! ¡Por las barbas del Profeta/Judas! ¡Vuestra merced se porta como un bellaco! ¿Lo ha oído vuestra paternidad? A fe mía qué gran verdad es. A mí me aplaca una higa. Erráis, domine. ¡Cuartel para mi compañero! Lo miró de hito en hito. Se acarició la perilla. ¡Pardiez! ¡Maldita sea mi estampa! voto a Dios/al diablo/a Belcebú/Satanás/a tal. ¡Cuerpo de Dios! ¡Dios del cielo! ¡Doy fe!¡A fe mía! Yerra vuestra merced. Su paternidad. Esta noche no me acomoda. Hideputa. Os portáis como un bellaco. Vuecencia, etc., etc.

También tengo una recopilación de sustitutos de «dijo», por ejemplo: comentó, suspiró, repuso, exclamó, reprochó, asintió, reconoció, declaró, agregó, le recordó, afirmó, puntualizó, aprobó, sugirió, bramó, gruñó, le corrigió, le advirtió, declaró, vaticinó, se enfureció, sentenció, rechinó, masculló, rugió, cedió, concedió, se sorprendió, refunfuñó, indagó, apuntó, aventuró, se lamentó, ironizó, balbuceó, temporizó, matizó, filosofó, terció, conminó, agregó, previno, castañeteó, despotricó, musitó, farfulló, cuchicheó, le espetó, recriminó, exhaló, arguyó, hipó, barbotó, objetó, ordenó, accedió, babeó.

Viene bien también, tener los equivalentes de pesos y medidas antiguos, por ejemplo: un dedo, una pulgada, una palma, un pie, un codo, una vara, un estado, un brazo, una legua.

Las monedas antiguas eran el maravedí o el ducado. Es interesante saber que un marinero ganaba once mil maravedís. Hay que tener en cuenta que una camisa corriente valía ciento sesenta maravedíes, un jubón seiscientos cincuenta y un esclavo negro doce mil.

Luego están las medidas de líquidos: azumbre, cuartilla, cántara, pipa.

Las medidas de áridos: celemín, cuartilla, fanega, halda.

Las áreas: solar, colonia, fanega, huebra.

Es muy interesante saber qué productos vienen de América para no meter la pata: por ejemplo decir que los protagonistas comieron un puchero de carne con patatas cocidas en una fonda de Sevilla, en una novela que se desarrolla en el año mil cuatrocientos.

Los productos que vinieron del Nuevo Mundo en los años siguientes al 1500 fueron: ayote, piña, papaya, zapayo, marañón, chile, tabaco, cacao, frijol, guanábana, maíz, guayabas, patata, maracuyá, coca, naranjillas, granadillas, aguacate, nuez de Brasil, tunas, girasoles, yuca, vainilla, camote.

Por el contrario las que se llevaron de aquí para allá fueron: uva, trigo, lechuga, banana, zanahoria, tamarindo, berenjena, limón, pepino, ajo, melón, mango, caña de azúcar, olivos, cebolla, especias, fruta del pan, higos, cítricos, arroz, palma aceitera, pera, manzana, sandía, cereza, ciruela, café, melocotón, garbanzos.

TÉCNICA

Cuidado con la longitud de los párrafos, y de las frases. He leído párrafos de diez líneas en los que no había un sólo punto. El lector se puede quedar sin aliento en un párrafo semejante, con peligro de asfixiarse… Como regla general, una frase completa no debería ser más larga de dos líneas.

Asegúrate de que las fechas que pones son correctas. Si no estás seguro no las pongas. Estoy leyendo en este momento un libro sobre el Carlomagno en el Al- Andalus que asegura que el rey Alfonso I fue hijo de Favila… el autor quedaría muchísimo mejor si se hubiera callado. En cualquier libro de la histroria de España encontrará la genealogía de los reyes astures.

Si vas a hablar sobre el ajedrez comprueba en una enciclopedia el origen del mismo y una historia breve sobre ese juego.

No repitas una y otra vez los nombres, varía un poco, por ejemplo: fue a Sevilla, vivía en la capital andaluza.. Si hablas de Cristobal Colón, alterna: exclamó Colón; ironizó el genovés; dijo el Almirante.

Los diálogos sirven para avanzar en la narración, no para rellenar páginas. A través de los que hablan, el lector debe enterarse de cosas que han sucedido o que van a suceder. Y, por supuesto, cada personaje deberá hablar según su condición y educación. No se deben prolongar las escenas de forma innecesaria. Mostrad claridad a la hora de ver quién es el que habla. Muchos autores escriben una página de diálogo sin mostrar quién es el que dice esas cosas. El lector puede terminar completamente perdido y tener que ir hacia atrás para coger el hilo de nuevo. Y eso es fatal.

«Al verles trataron de huir» (¿quiénes trataron de huir, los que vieron o los que fueron vistos?).

Usad palabras apropiadas: hacer una broma (mejor: gastó una broma). Hizo un discurso (mejor: pronunció o echó un discurso).

Cuidado con la gramática: Se hubiera salvado si hubiera venido a tiempo (suena terrible: ¡dos pluscuamperfectos del subjutivo juntos!) poned mejor: Se habría salvado y hubiera venido a tiempo. Aunque la real Academia acepta el primero, es evidente que no está bien, incluso desde el punto de vista de cacofonía.

Indicad lo que está haciendo el personaje cuando habla, por ejemplo: dijo Pedro atusándose el bigote/bebiendo un trago/estirándose ruidosamente.

A veces se puede indicar el gesto antes de hablar.

Pedro se atusó el bigote al tiempo que señalaba la puerta.
-Vamos -suspiró.

Elige las palabras al comenzar un párrafo: Fiel a su palabra…, Tal como había dicho…, Como había pronosticado…

Suaviza el comienzo de una frase con: Sin embargo…, En cuanto…, No obstante…, Por mucho que…, aunque … Tal como había vaticinado…

No tengáis miedo de borrar cosas. El escritor novel no es partidario de suprimir nada de lo que ha escrito.

Cuidado con la puntuación. Hay manuales que indican cuándo poner comas, puntos, punto y coma, dos puntos etc. Es conveniente dar un repaso a uno de estos manuales de vez en cuando. También los acentos, o, mejor dicho la falta de acentos, es irritante para un editor.

Dar un hábito a los personajes. De vez en cuando el personaje debería hacer algo típico en él: morder una ramita, escupir entre dientes.

Menciona algún defecto que tenga: una cicatríz, una cojera, un tic nervioso.

La historia se puede empezar por el principio, por el medio o por el fin. Algunos autores empiezan por el fin, cuando el protagonista está muriéndose y recuerda su vida pasada. Esto tiene el inconveniente que el lector ya sabe lo que le espera al protagonista y quizás le desilusione.

Otros empiezan por el principio. Este sistema puede ser válido, según qué historia contamos.

A mí me gusta empezar por un curso medio, en caso de una biografía novelada y dar pinceladas hacia atrás, recordando la juventud. Aprovecho para describir a su familia más cercana, a qué se dedican, etc. Al lector le gusta saber algo sobre lo que rodeaba al protagonista cuando era joven.

No uses palabras difíciles. Nadie te va a admirar más por eeso.

No atosigues al lector con información innecesaria.

Si escribes sobre barcos aprende la nomenclatura de ellos: jarcias, obenque, palo mayor, trinquete, etc.

Antes de empezar un libro deberías tomar nota de cómo van a actuar los personajes y ceñirte a ello a lo largo de la historia.

Los personajes secundarios son importantes. Debes describirlos aunque sólo se les mencione de paso. El sargento era un hombre corpulento de andares cansinos y mirada de hurón.

No abuses del sexo. Si describes una escena de amor, hazlo de manera que no resulte chabacano.

Algunos autores escriben en presente. Yo particularmente prefiero el pasado.

Usa el pretérito indefinido con preferencia al imperfecto: El sol lucía cuando salía la tropa (imperfecto) El sol lucía cuando salió la tropa (indefinido)

Puedes escribir en primera persona o en tercera. La inmensa mayoría de escritores lo hacemos en tercera persona.

Compra un libro de sinónimos. No repitas una palabra en el mismo párrafo, usa sinónimos: barco, nave, embarcación, navío.

Usa diálogos siempre que sea posible. Al lector le gusta más leer un diálogo que una página sólida de información. Ten en cuenta que un personaje puede contar a otro algo sobre un tercero.

Si un personaje está hablando mucho tiempo, usa párrafos con comillas. Cierra las comillas en el párrafo final. No le tengas a alguien hablando durante dos páginas sólidas.

Recuerda que la historia tiene un principio, cuerpo medio y final. En un cuento corto la historia puede ser sorpresiva, no tanto en una historia larga, como en una novela.

Ten muy en cuenta que las dos primeras líneas de una novela son las que van a atraer al lector. Procura que tengan garra y que el lector quiera seguir leyendo para ver qué pasa ahora.

La tarea de un novelista consiste en contar una historia. Hazlo por medio de relato directo, diálogo y descripción.

El primer mandamiento de un escritor es «no aburrir». No caigas en ese pecado.

Editorial Mundo Conocido