LEPANTO

Perseguido Dragut por Andrea Doria a lo largo y ancho del Mediterráneo, decidió hacerse con una plaza fuerte. Eligió Mehedía. La ciudad vivía un período de inestabilidad. Negado el vasallaje al rey tunecino, había sido nominalmente aliada de Turquía hasta que hacía poco habían expulsado al embajador otomano. Fue en aquel momento de frágil independencia cuando hizo su aparición la flota del Dragut.

Mediante reuniones secretas, Dragut se alió con Brambarc, uno de los hombres fuertes de la ciudad.

Brambarc era un hombre ambicioso. Alto, de rostro chupado y nariz aguileña, tenía una barba recortada en la que ya se adivinaban algunas canas.

—Os abriré las puertas de la ciudad —prometió.

—¿Puedo confiar en ti?

Brambarc sonrió mientras se acariciaba la barbilla.

—Puedes. Pongo a Alá por testigo. Trae tu flota a Mehedía.

—Así lo haré —dijo Dragut, sellando el pacto con un beso en cada mejilla.

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Editorial Mundo Conocido