Dos jóvenes son atrapados en la guerra que estalla entre España y Portugal por un lado y el pueblo guaraní apoyado por los jesuitas, por otro.
A pesar de su corta edad, Tuparo entendía las explicaciones y no tardó en darse cuenta de las ventajas que tenían los guaraníes que vivían en las Reducciones con respecto a los que seguían haciéndolo en tekuas. En la Misión, cada familia recibía en propiedad una parcela de tierra, los instrumentos de labranza, las herramientas para artesanías y las armas para cazar y pescar. La cosecha, de la cual los indios eran totalmente dueños, se guardaba en graneros y les era suministrada periódicamente para evitar que la malgastaran.
La propiedad común, también llamada propiedad de Dios, era de extensión similar a las propiedades privadas en conjunto. Todo el mundo tenía la obligación de trabajarla dos o tres días por semana. Con el producto obtenido se pagaba el tributo al rey, se compraban las herramientas y materiales necesarios, se mantenía a viudas, huérfanos y enfermos, se construían iglesias y talleres y se atendía a la defensa.