Albar Cabeza de Vaca era el heredero de una rica familia de Jaén. A pesar de ello, cedió la primogenitura a su hermano Jaime tentado por las fortunas que tan fácilmente se cosechaban en aquel nuevo mundo recién descubierto.
Después de una estancia en los tercios, se licenció en Italia con el rango de capitán y se embarcó rumbo a La Española. Allí conoció a Narváez que estaba organizando una expedición a La Florida. Esta expedición resultó ser un desastre en cuanto a la organización y los seiscientos hombres que la formaban fueron diezmados por indios y huracanes hasta quedar apenas media docena vivos, entre ellos Cabeza de Vaca.
Los siguientes años Albar vivió entre los indios llegando a tener una familia que cayó bajo las flechas de una tribu enemiga. Al verse solo, Cabeza de Vaca decidió emprender una larga marcha en busca de sus compatriotas en Méjico. Esta marcha, que duró ocho años, fue triunfal en gran parte ya que, por diversas circunstancias, Cabeza de Vaca y sus cuantro compañeros fueron tomados por Hijos del Sol debido a las curaciones que llevaban a cabo.
Una vez en Méjico, el gobernador les recibió como héroes y les facilitó un pasaje a España. Allí contaron al rey sus aventuras y este, impresionado, nombró a Cabeza de Vaca gobernador de Buenos Aires. Una vez allí, el nuevo gobernador llevó a cabo el descubrimiento del Iguazú y sus extensos territorios poblados por indios bravos. Pero su gobernación se vio envuelta en la traición de sus propios oficiales…