—Muy pronto —dijo Musa, antes de dos meses una partida de soldados cruzará el Estrecho y llevará a cabo una incursión de reconocimiento por tierras cristianas.
Señaló a un árabe corpulento con densa barba negra y ojos de halcón.
—Tarif ben Malluk estará al frente de esa expedición. Para entonces necesitaremos saber exactamente la situación del ejército de don Rodrigo y con qué defensas cuentan las poblaciones del Estrecho.
Don Julián asintió y, mientras Musa mandaba a los escribas la redacción de una copia del documento de vasallaje de los cristianos, discutieron los pequeños detalles que harían falta para poner en marcha la operación que debería llevar a los nobles confabulados a hacerse con el trono visigodo.
Se acordó que, en principio, una partida de unos cuatrocientos soldados árabes cruzaría el Estrecho a escondidas. El apoyo logístico lo proporcionaría don Julián con sus cuatro naves. Éstas se encargarían de pasar a la península a los cuatrocientos soldados haciendo la navegación de noche. El raid no debería durar más de dos o tres semanas y serviría para tomar contacto con el terreno y preparar una futura expedición, esta vez con varios miles de soldados.